Resumen general

A lo largo de los capítulos contenidos en el libro, se busca exhibir qué hay detrás de las grandes marcas. Aquéllas que gastan muchísimo en forjar una imagen de respeto frente a la sociedad que las rodea. Pero... ¿qué hay detrás de todo eso? ¿Será que así como invierten altamente en publicidad, igual harán con las condiciones laborales o en medios adecuados para llevar a cabo sus objetivos? A continuación se hablarán de algunos casos encontrados en este libro sobre lo que muchas empresas ocultan o intentan ocultar valiéndose de algunos medios, donde éstos no conocen límites si con ello logran mantener su "buen nombre".

Aproximadamente desde los años '70, muchas firmas conocidas pasaron a ser el blanco de los ecologistas y los activistas de derechos humanos. Los llamamientos para boicotear a Nestlé, McDonald's, Siemens y Shell concitaron gran atención. Hoy prácticamente ni se recuerda cuál era entonces el origen de la crítica.

Entretanto, casi todas las grandes corporaciones publican en forma periódica voluminosos informes ambientales y sociales. Ni Nike ni las otras multinacionales que fabrican sus productos en los países más pobres están dispuestas a pagar salarios adecuados. Por el contrario: desde que los proveedores independientes deben atenerse a los estándares exigidos por Nike y compañía, el dinero que queda para abonar salarios es aún más reducido.

Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo (International Labour Organization, ILO), tomando en cuenta sólo los países en vías de desarrollo, hay alrededor de 250 millones de niños de entre cinco y catorce años que son forzados a trabajar. 153 millones de esos niños viven en Asia, 80 millones en África y 17 millones en Latinoamérica.

Entre muchos casos que exhiben situaciones de mala conducta, se encuentra la reconocida marca de Bayer, el fabricante de la aspirina, líder en el mercado mundial en lo referente al Tántalo, un metal con un punto de ebullición sumamente alto y una elevada densidad, una de las materias primas más codiciadas en el mundo entero. Lo que el vocero de la empresa no quiere decir es de dónde viene el tántalo. Hombres, mujeres y niños se desloman en las minas congoleñas para poder abastecer de un valioso metal a las compañías electrónicas occidentales y a la empresa Bayer.

Con relación a este metal la vocera de Nokia, líder en telefonía celular, sólo dijo que no diría nada. El número dos del mercado es Siemens. De su filial Epcos se sabe que es uno de los principales compradores del tántalo en polvo suministrado por H. C. Starck. La mayoría de las otras empresas de electrónica mostró su reticencia.

De la industria farmacéutica alemana puede decirse, con total razón, que sabe muy bien cómo sacar oro del barro. Porque en Alemania sigue habiendo miles de medicamentos en venta cuya eficacia y posible nocividad no están comprobadas. Si bien esto contraviene las leyes de la UE vigentes y por lo tanto es ilegal, al gobierno alemán parece no importarle mucho, ya que permite generosamente que los laboratorios continúen vendiendo ese tipo de fármacos, con o sin defensa del consumidor. En estos casos, es evidente que los intereses del lobby farmacéutico tienen más peso que los intereses de los consumidores.

Según un informe de Amnistía Internacional se denuncia la complicidad de las petroleras occidentales en los crímenes cometidos en Sudán: "Cuando las tropas del gobierno, en nombre de la seguridad, violan derechos humanos en las zonas de extracción petrolera, las empresas extranjeras hacen la vista gorda."

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que son más de dos millones las personas que mueren cada año a causa de los pesticidas. Según la Coordinación contra los Peligros de Bayer, en la isla filipina de Mindanao los bananales se rocían entre dos y tres veces al mes desde el aire con Nemacur, un pesticida desarrollado por dicho laboratorio alemán. Este principio activo también está catalogado por la OMS como "sumamente peligroso" (tipo 1a) Los habitantes de los alrededores no quedan a salvo del veneno ni siquiera dentro de sus chozas. La exposición prolongada puede causar fiebre, irritación en los ojos, náuseas, sensación de mareo, diarrea crónica, erupciones cutáneas, asma e incluso cáncer.

Una empresa que hace tiempo está en la mira de muchas organizaciones de consumidores es la cadena de comida rápida McDonald's. Cada cuatro horas se inaugura un nuevo McDonald's en algún lugar del planeta. Las sucursales del imperio de la hamburguesa, unas 30.000, ya están diseminadas por 118 países. El 36% de los ingresos de la empresa proviene de Europa. La cadena de restaurantes más grande del planeta es, al mismo tiempo, el principal comprador mundial de carne vacuna y, en los Estados Unidos, el primer comprador de carne en general. McDonald's ya era criticada en los años ochenta porque la mayor parte de la carne que iba a parar al estómago de los estadounidenses –en forma de rodaja, entre dos rebanadas de pan blanco– provenía de Sudamérica. Enormes superficies de selvas tropicales sucumbieron allí ante la necesidad de obtener tierras de pastoreo para el ganado de esta multinacional norteamericana.

Para obtener carne, en el mundo se destinan al engorde 1.300 millones de cabezas de ganado bovino. Aproximadamente la mitad de la cosecha mundial de cereales, es decir, 600 millones de toneladas anuales, se utiliza como forraje. En Brasil, la quinta parte de los terrenos cultivables ya está ocupada con forrajes para los países de la UE. Al mismo tiempo, crece el hambre: las vacas de los ricos se comen el pan de los pobres.

La cría de bovinos, por caso, contribuye en gran medida al recalentamiento terrestre. Alrededor del 85% de los cambios climáticos originados por la agricultura son atribuibles a la producción de forrajes. La culpa es del gas metano que expele cada tanto el estómago de los rumiantes.

Las entidades protectoras de animales también critican los métodos utilizados por las empresas de fast-food. En los establecimientos industrializados, los animales viven en un espacio muy reducido y son tratados como máquinas. A los toros se los castra sin anestesia. Por lo general, no hay ventilación ni espacio para pastar. La alimentación sé realiza sobre la base de pienso concentrado, el cual suele ser enriquecido con hormonas y antibióticos para que los animales crezcan y se desarrollen con mayor rapidez... y lleguen antes al matadero. Sin embargo, muchas de estas criaturas sobreengordadas mueren mientras son transportadas al matadero o incluso antes.

Por esa razón, la organización People for the Ethical Treatment of Animals (PETA) recurrió a métodos drásticos para protestar contra las prácticas aberrantes instrumentadas en los establecimientos proveedores de las cadenas de fast-food. Frente a los restaurantes de la cadena McDonald's de 23 países, los activistas repartieron unas cajitas similares a las que la empresa prepara para los niños. Pero estas cajitas contenían fotos y muñequitos que imitaban a animales cruelmente sacrificados. La reacción no se hizo esperar: En agosto de 2000, McDonald's anunció que se ocuparía de implementar condiciones de producción menos crueles hacia los animales. En abril de 2001, Burger King, la segunda cadena norteamericana de fast-food, cedió también a la presión de la calle y prometió realizar mejoras. Eso sí, entre efectuar esos anuncios y lograr un tratamiento más ecológico o justo hacia los animales todavía hay un largo trecho.

En los años setenta, Nestlé y otras compañías del ramo se convirtieron en el blanco de las críticas lanzadas por las organizaciones de ayuda. A través de campañas publicitarias millonarias, inducían a las madres jóvenes a que alimentaran a sus bebés con productos artificiales. Para ello utilizaron recursos perversos: tras señalar las aparentes desventajas de la leche materna, las empresas donaron leche en polvo a maternidades, mujeres embarazadas y madres. En general, las consecuencias fueron nefastas, sobre todo en los países en vías de desarrollo. Las mujeres aceptaban agradecidas los regalos de sus benefactores occidentales y dejaban de darles el pecho a sus hijos. A pesar de que en los lugares sin acceso al agua potable la alimentación con leche en polvo es peligrosísima para los lactantes, las compañías insistieron en que la leche en polvo era más sana que la leche materna. Cuando se acabaron los regalos generosos, muchas madres ya se habían quedado sin leche en los pechos, de modo que dependían por completo de la alimentación artificial. Sólo que ahora debían pagarla muy cara.

La mayor empresa de juguetes del mundo, Mattel ("Barbie"), de origen estadounidense, comenzó ya en 1995 con la elaboración de ciertos estándares mínimos y normas obligatorias para sus fabricantes. A partir de 1997, sus unidades de producción en todo el mundo tuvieron que atenerse a esas reglas. Mattel incluso llegó a encargar los controles a expertos independientes de prestigio internacional. Estos expertos tienen acceso libre a todos los documentos de la empresa y pueden interrogar a todos los empleados. En 1998 se publicó un primer informe del grupo de control. La agrupación sindical Asian Labour da su opinión al respecto: "Según se pudo constatar, todas las plantas de fabricación se atienen en mayor o menor medida a las reglas. Por supuesto que hay cosas para mejorar. Por ejemplo, las visitas de inspección a las fábricas no deberían anunciarse con antelación. Pero estos problemas no son tan significativos como para tener que convocar a los consumidores a boicotear los productos de Mattel."

Las grandes marcas limitan su accionar al diseño y a la publicidad. Y allí sí que no escatiman en gastos. El precio de un modelo nuevo de zapatillas Nike, Adidas o Reebok no baja de los 100 euros. Pero de ese dinero los fabricantes reciben apenas el 12%, y encima tienen que restarle los costos de materiales y de producción. Dentro de esos costos, los salarios representan una porción insignificante: de acuerdo con cálculos realizados por la campaña Clean Clothes (Ropa Limpia, movimiento internacional por condiciones laborales dignas), una costurera recibe en promedio apenas el 0,4% sobre el valor de venta de las zapatillas. Considerando 100 euros, esto equivaldría a 40 centavos.

La tremenda presión competitiva impuesta por las empresas repercute no solamente en los salarios, sino también en las condiciones laborales.
Todo es cuestión de imagen.

El endeudamiento conduce a la miseria. La transferencia de capital de los países industrializados a los países "en vías de desarrollo" ascendió en la última década a casi un billón y medio de euros. Un número de trece cifras. Las inversiones extranjeras directas, mayormente financiadas por holdings de bancos internacionales, representaban más de un tercio de esa inyección de capital; otro cuarto provenía de diferentes créditos bancarios. Para que no haya malentendidos: lo que todos esos países necesitan son inversiones. Las más urgentes serían para las áreas de educación y salud y para crear estructuras económicas sustentables. Esto no significa que los inversores no puedan obtener ganancias. Al contrario. Sin embargo, muchas de las inversiones extranjeras se hacen a tan corto plazo que los únicos beneficiarios son los bancos y las multinacionales, que suelen dejar tras de sí montañas de deudas en los países receptores de las inversiones.